Tango & Cash es mucho más que una de las peores películas de acción jamás rodadas. Porque en eso estamos todos de acuerdo. A los siete minutos de empezar la película, uno de los asesinos a sueldo contratados por el malvado Yves Perret (Jack Palance) para acabar con Gabriel Cash (Kurt Russell) persigue en un 4x4 en un parking público al melenudo policía y, sin venir a cuento, una pareja con una diferencia de edad notable que está haciendo el amor furtivamente en la parte de atrás de un utilitario asoma varias veces (no una, sino tres) la cabeza, confundidos por el ruido y extasiados por la pasión, para ver qué pasa, y de paso enseñarnos al público unos pechos femeninos (no una, sino tres veces). Eso es toda una declaración de intenciones. Sin embargo, la película, con todos sus fallos, es una cápsula del tiempo que resulta más digerible ahora que hace veintiún años (salvo que cuando se estrenó tuvieras catorce años, claro está, que entonces te encantó).

kurt russell y sylvester stallone en tango  cash
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El principal problema de Tango & Cash, si dejamos a un lado el machismo-marca-registrada-años-80, es que quiere ser un cruce de laboratorio (de científico loco, claro está) entre Arma Letal y Detective en Hollywood (no solo en la banda sonora, plagada de sintetizadores que te gustaría coger y estamparle en la cabeza al compositor, que, de hecho, es el mismo de la película Eddie Murphy: Harold el inefable Faltermeyer, sí el de la musiquita de ESA peonza de tus hijos) y obviamente no lo es, y no lo es por la sencilla razón de que quiere forzar todos los ingredientes en plan la técnica de Ludovico en La naranja mecánica, no porque no se pueda intentar o no se pueda conseguir (que ahí tienes Arma Letal II y Arma Letal III). Quiere que el humor sea su principal baza, pero es que no tiene gracia. Aunque hay que reconocer que la insistencia termina por resultar graciosa en un ejercicio fabuloso de humor por saturación.

Además, Sylvester Stallone vestido con traje, chaleco incluido, ya es de por sí cómico. Por no hablar, del propio planteamiento: Ray Tango es un tipo que tiene mucho dinero porque es un inteligente inversor en Bolsa y solo está en la Policía porque le va la acción (lo dice en la película, no es una conclusión mía). Es como si el guionista de la película hubiera sido el teniente Steven Hauk (Bruno Kirby) de Good Morning Vietnam. Tal cual: ja, ja, ja, teniente Steve, jo, jo, jo, capitán Francois. No tiene gracia, pero si no le matas, con el tiempo le terminas cogiendo cariño.

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Para entender Tango & Cash, tenemos que hablar de otra película de Sylvester Stallone, Cobra, y otra vez de Detective en Hollywood. Todos los blockbusters de la época están conectados por seis grados de separación (de ahí lo que decíamos antes de la cápsula del tiempo: Patrick Swayze tenía que haber interpretado el papel de Russell, Russell a su vez a punto estuvo de ser Martin Riggs en Arma Letal, ). Si no lo sabías, ya te lo contamos nosotros, Sylvester Stallone iba a haber interpretado a Axel Foley en un primer momento. Sí, ya, ¿verdad? Sin embargo, después de aceptar y darle vueltas al guión no le convencía que hubiera tanta comedia. Él veía Detective en Hollywood como algo oscuro (y dale), como una película de acción sin lugar para el humor. Y se lo pensó mejor; decidió que él podía hacerlo infinitamente mejor y escribió el guión original de Cobra, que es la misma película, pero sin gracia y con un palillo en la boca.

Pero, qué ocurre, que los 316,4 millones de dólares de Detective en Hollywood ensombrecían los 160 millones de dólares de Cobra. ¿A ver si es que en la década de los 80 una película de acción tenía más éxito si tenía algo de humor? Pensaron Stallone y los productores. Y de ahí nace Tango & Cash. La teoría, real, no era del todo correcta, porque Arma Letal solo recaudó 120 millones de dólares, con lo que la conclusión también podría haber sido que para ganar más dinero, a Arma Letal le sobraba el humor. Aunque luego incrementó el humor y las dos siguientes entregas superaron en recaudación a la película original, demostrando que Tango & Cash, como concepto, tenía sentido.

sylvester stallone y kurt russell en tango  cash
Warner Bros

Pero el problema es que tampoco funciona cuando se quiere volver (uhhhhhhh) oscura. La escena de las ratas, a las que Jack Palance insiste en llamar ratones, es un buen ejemplo. Perret tiene en su despacho, además de una pared llena de pantallas de televisión, un magnífico laberinto transparente. Mientras describe a sus socios comerciales y minions (porque a las reuniones de Tango & Cash va cualquiera, da igual su rango) cuál es su plan maestro para acabar con la reputación de los policías, Palance saca a dos ratas de una caja de madera, las olfatea (sí, las olfatea) y luego las vuelve a meter en la caja. Las ratas son una metáfora pero que de lo más visual para entender lo que le espera a los personajes de Russell y Stallone. Perret sigue largando, porque el plan es sencillo, pero, oye, se tiene que recrear, porque nos tiene que quedar claro que es un manipulador, un villano-tipo-cerebro-maestro, y en un momento dado vuelve a coger a las ratas de la caja y se dirige al laberinto. Pero la pregunta es: ¿para qué los saca de la caja y los vuelve a meter si luego los va a llevar al laberinto? ¿Se le olvidó a Palance que la secuencia de la escena era: saco ratas, sigo hablando, las llevo al laberinto? ¿Qué sentido tiene? Ninguno, absolutamente ninguno, como el resto de la película, pero el traje blanco de Jack Palance es hipnótico.

Y así todo.

El chaleco del traje de Stallone es hipnótico; resulta hipnótico también cómo se ajusta las gafas, tensando el pulgar y el índice como si fueran una pistola a punto, pam, pam, de disparar (por cierto, las gafas eran suyas, pero interpretó muy bien a un actor que hace como que lleva gafas de attrezzo y no sabe cómo subirse el puente cuando se le resbalan por la nariz); es hipnótico el festival de estereotipos en las escenas de cárcel; es hipnótica la magnífica forma en la que los presos les atan y les cuelgan a los dos policías, y más hipnótica todavía la forma en la que se libran de una muerte segura; es hipnótica Teri Hatcher tocando la batería como si fuera un Nacho Cano enfebrecido en lo que a todas luces era la secuela anticipada deShowgirls; son hipnóticas las camisetas interiores de Kurt Russell, como también lo es el mismo Russell travestido con la peluca (sí, era posible que tuviera un pelo más fabuloso aún) más magnífica de la historia del cine... hipnótico, hipnótico, hipnótico.

No ayudó que la película tuviera tres directores diferentes, además de la presión de Sylvester Stallone que tenía sus propias ideas. Aunque el director 'oficial' es Andrei Konchalovsky, extraoficialmente hubo más de uno. Konchalovsy y Sylvester Stallone querían que la película fuera lo más realista posible, según cuenta la leyenda, lo que visto lo visto no sé por dónde se debería coger, pero los productores Jon Peters y Peter Guber querían que fuera la mayor fanfarronada de la historia del cine. Konchalovsky terminó siendo reemplazado hacia el final del rodaje por Albert Magnoli, y en el último minuto, la película pasó por las manos de Stuart Baird. Que Stallone metió cuchara es un hecho. El director de fotografía original Barry Sonnenfeld sufrió la ira de Stallone, que le echó del rodaje por considerar que no le sacaba todo el partido. Estamos hablando del Barry Sonnenfeld que cinco años antes había rodado Sangre fácil con los Cohen, y el Barry Sonnenfeld que ese mismo año estrenaría Cuando Harry encontró a Sally (antes de empezar su carrera como director)... Aunque, entre tú y nosotros, no queda muy claro qué significa 'sacar bien' a Stallone en esta película.

El mayor crimen de Tango & Cash quizá fuera también su estreno en 1989, un año dorado para el cine de Hollywood: Indiana Jones y la última cruzada, Regreso al futuro II, Arma Letal II, El club de los poetas muertos, La guerra de los Rose, Valmont, Cuando Harry encontró a Sally, Magnolias de acero, Paseando a Miss Daisy, Nacido el 4 de julio, Sexo mentiras y cintas de vídeo, Delitos y faltas, La Sirenita (sí, La Sirenita)... En comparación con cualquiera de ellas sale perdiendo. Quedaba claro que era una película de serie B con presupuesto de Primera División. Pero la cosa es que se esfuerza tanto, pero que tanto, tanto, tanto, tanto en ser lo que no es, que siembra una duda razonable cuatro décadas después: ¿de tan mala puede ser considerada buena?